Ramona abre los ´Portales´ de su alma
Desde las raíces sagradas del Desierto de Baja California, surge una banda que mezcla lo tangible con lo etéreo, llevando a su público en un viaje donde lo musical se convierte en un portal hacia lo desconocido.
Ramona es una banda de Tijuana integrada por Jesús, Omar, Edgar, Luis, Dalia y Eli. Su música explora el confesionalismo y romanticismo de los géneros populares de la canción mexicana, y lo amalgama con armonías soul afroamericanas, psych-rock latinoamericno de los setenta y el pop barroco latinoamericano.
El nuevo disco de la banda fronteriza de nombre Portales es una investigación audaz para atravesar dimensiones místicas e inexorables, mediante la búsqueda del canto del alma. El trabajo conceptual del álbum representa un cruce hacia lo desconocido: un portal que invita a cuestionar y abrirse a nuevos horizontes.
El sencillo "Un Hombre Invisible" es una ventana al universo lírico de Portales. La composición se encuentra inspirada en las Odas Elementales del escritor chileno Pablo Neruda, y sincrónicamente fue compuesta durante un eclipse solar. La canción explora el amor como un lenguaje universal, con matices de rock tejano y cadencias similares a artistas como Piero, Gustavo Pena y Tim Bernardes. Una de las canciones más significativas es "Tormenta", creada en colaboración con Jensine Benitez (cantante originaria de San Diego reconocida por su emblemática voz en la escena soul contemporánea). El murmullo del sencillo fusiona elementos de R&B y soul clásico, para crear una propuesta sonora que provoca emociones efervescentes.
El tema más llegador del Portales es "Habitación", una balada sosegada que nos muestra precisos recuerdos de un aliento que dejó latir. El vocalista de Ramona escribió esta canción para su hermano Hugo que falleció cuando él tenía 9 años:
"Es algo muy personal porque lo extraño mucho. Para mí es hermoso recordar, porque gracias a todo lo que ha pasado soy la persona que soy. La música se la debo a mi hermano, y para mí es algo muy bonito tenerlo presente a través de mis canciones".
La portada, diseñada por Eugeni Toroide, evoca un objeto mágico, un umbral hacia otra dimensión, un símbolo tangible de ese universo interior que la banda busca explorar. En cada nota y en cada letra, la banda regala un abrazo cósmico, un recuerdo que perdura, un eco que sana. El álbum marca el inicio de una nueva etapa creativa para la banda, con arreglos meticulosamente construidos y una estética envolvente que reafirma su lugar en la vanguardia musical latinoamericana.